Mónica, la dependienta de una mercería en O Posío, vivió una experiencia aterradora el pasado 23 de enero, cuando fue atracada por primera vez. Eran alrededor de las siete y media de la tarde cuando un hombre, con la cabeza cubierta por una capucha y una mascarilla, entró en su tienda. Con la mano en los bolsillos, como si empuñara un arma, le exigió que le entregara todo el dinero de la caja. Mónica le dio 85 euros, pero el asaltante no se conformó y pidió más. Finalmente, se apoderó de las monedas del cajetín, llevándose un total de aproximadamente 90 euros.
Un mes después, el 25 de febrero, el mismo individuo regresó a su tienda pasadas las cinco de la tarde. Aunque en esta ocasión no ocultaba su rostro, Mónica reconoció sus ojos azules. Al principio, pensó que se trataba de un cliente, pero pronto se dio cuenta de que sus intenciones eran muy diferentes. A pesar de su aspecto demacrado, el hombre vestía una «cazadora buena» y no tardó en mostrar su verdadera intención.
Un segundo encuentro aterrador
“Me preguntó si me acordaba de él y yo le respondí que no”, relata Mónica. A continuación, el hombre comenzó a insultarla: “Hija de puta, por tu culpa estuve detenido -lo cual era falso-; por hija de puta me das el dinero”. La parálisis que había sentido durante el primer atraco se transformó en enojo. “Sentí una rabia al escuchar sus insultos y al pedirme el dinero, sabiendo que soy una pequeña autónoma intentando sacar adelante un negocio. Le dije: ‘ponte fuera’”, recuerda Mónica.
Decidida a defenderse, Mónica se dirigió hacia la puerta y trató de echarlo mientras abría y gritaba, forcejeando con el delincuente. Finalmente, logró ahuyentarlo cuando una joven que pasaba por la calle, al escuchar sus gritos de auxilio, se dispuso a entrar al local.
Las secuelas del asalto
Al recordar el incidente, Mónica siente el nudo en el estómago que ahogó su ira durante el segundo robo violento. “Después de lo ocurrido, estuve mal recordando todo lo que había pasado y hoy no lo volvería a hacer porque se arriesga mucho”, confiesa. Tras este segundo asalto, la Policía Nacional detuvo al presunto ladrón, quien fue puesto a disposición judicial por un asalto consumado y dos tentativas, todas ellas con mujeres como víctimas.
Antes de intentar robar en la mercería, el 25 de febrero, el mismo individuo había intentado asaltar una frutería cercana a la CHUO. Con el rostro cubierto y un cúter en mano, amenazó a la dependienta, pero al ver que llegaba clientela, se dio a la fuga sin conseguir su objetivo. Tras las denuncias de las víctimas, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría Provincial de Ourense inició una investigación que permitió identificar al sospechoso gracias a la colaboración de las afectadas y las grabaciones de las cámaras de vigilancia.
El juez de guardia, Leonardo Álvarez, decidió dejar en libertad al detenido, ya que la Fiscalía no solicitó prisión. Según el magistrado, el ladrón presentó un justificante de su empleador que confirmaba que estaba en O Barco realizando un trabajo durante los días de los robos. Sin embargo, quedó investigado por un robo violento consumado, una tentativa y un delito de amenazas. La Policía Nacional ha destacado que el sospechoso amenazó nuevamente a la dependienta y le exigió el dinero de la caja, lo que resalta la gravedad de sus acciones.