abril 22, 2025

De Ucrania a Ourense tres años después, la felicidad de mis hijos aquí

De ucrania a galicia

En 2025, tres años después de la invasión rusa a Ucrania, el número de ucranianos censados en la provincia asciende a 466. Muchos de ellos continúan con el estatus de refugiados de guerra, habiendo encontrado en Ourense un nuevo hogar. El 13 de marzo de 2022, la ciudad recibió a su primer grupo de 20 refugiados, quienes llegaron a Maceda en una misión organizada por los bomberos locales, tras ser recogidos en la frontera con Polonia. Todos los que llegaron en ese momento eran mujeres y niños que habían dejado atrás a sus esposos y padres en el frente, tras perder sus hogares.

El perfil de los refugiados

El perfil actual de los refugiados en la provincia sigue estando compuesto mayoritariamente por mujeres y niños, con más del 35% del total de acogidos siendo menores de 20 años. En total, 166 de ellos tienen menos de esta edad, lo que refleja la vulnerabilidad de este grupo en la situación actual.

La rápida integración ha sido uno de los factores clave que ha llevado a muchos refugiados, que inicialmente se establecieron en lugares específicos como San Xoán de Río o Maceda, a redistribuirse por otros puntos de la provincia y desvincularse de los programas de acogida. En la mayoría de los casos, han logrado establecerse de manera independiente.

Retornos y adaptaciones

Según Antonio Corredoira, cofundador de la Asociación Galega de Axuda a Ucraína y actual impulsor de la Fundación Europeos con Ucrania, solo un 30% de los acogidos en la provincia ha regresado a Ucrania. La mayoría de los que han vuelto son personas mayores de 60 años, quienes enfrentan mayores dificultades para adaptarse a un país que no sienten como propio. “En general, los niños son los que mejor se han adaptado”, explica Corredoira, quien destaca que muchos de ellos ya dominan el idioma y que sus padres han encontrado empleo en la región o continúan trabajando de forma remota para Ucrania.

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La movilización inicial ante el estallido de la guerra fue sin precedentes. “Enviamos autobuses y fueron acogidos por familias de toda la comunidad”, señala el presidente de la Asociación Galega de Axuda a Ucraína. Aunque muchas familias se comprometieron a ofrecer refugio durante un periodo de seis meses, en muchos casos la estancia se ha prolongado considerablemente. Las dificultades para alquilar, a menudo relacionadas con prejuicios, se han convertido en el principal obstáculo para aquellos que desean rehacer sus vidas de manera independiente.

La situación actual y la esperanza

“La necesidad no ha disminuido, al contrario, ha aumentado. Con el paso del tiempo, la gente tiende a olvidar, y ahora es mucho más complicado conseguir donaciones o acciones de colaboración”, reconoce Corredoira, quien anima a quienes puedan a sumarse a la ayuda humanitaria que sigue siendo “acuciante” entre el pueblo ucraniano, que aún ve la paz como una utopía. “Las viviendas, hospitales y escuelas siguen siendo bombardeados, y la gente vive con miedo, pero también con la esperanza de alcanzar una paz que, al menos, sea justa”, concluye.

Valentyna Lykhva, quien llegó a Ourense hace tres años, comparte su experiencia de vida tras huir de Jarkov. Junto a sus dos hijos menores, se vio forzada a dejar atrás su hogar y todo lo que conocía. “Nos dieron una casa y se convirtieron en familia”, relata Valentyna, quien recuerda cómo su vida cambió drásticamente en medio del horror de la guerra.

Con una sonrisa inquebrantable, Valentyna transmite la esperanza de una madre que intenta hacer de Ourense un nuevo hogar, trayendo consigo un pedazo de su cultura a través de su nueva tienda de flores en Celanova. A pesar de los desafíos, su determinación por compartir la belleza de las flores y mantener viva su herencia cultural es un testimonio de resiliencia en tiempos difíciles.

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