Recorrer los casi 80 kilómetros que separan Ourense de la ciudad de Lugo a través de la N-540 implica un riesgo considerable para la integridad del vehículo y del conductor. Baches, socavones, desniveles y una gran cantidad de gravilla suelta son los principales problemas de una carretera que ha sido descuidada por un Gobierno que parece no tener prisa por llevar a cabo las reparaciones necesarias. La situación ha ido empeorando con el tiempo, mostrando un deterioro progresivo.
Estado Actual de la Carretera
El pavimento actual de la carretera nacional se remonta a 1996 y no hay prácticamente ningún tramo en condiciones aceptables. Los puntos más críticos se localizan en la provincia de Lugo, donde en áreas como Guntín la situación es caótica. Allí, los socavones alcanzan hasta 10 centímetros de profundidad, dañando las ruedas y obligando a los conductores a invadir el carril contrario. Aunque la vía tiene un límite de velocidad de 90 kilómetros por hora, circular a esa velocidad se convierte en una temeridad si se desea llegar al destino sin contratiempos. Además, en ciertos tramos, los conductores se enfrentan a una sucesión de señales que indican límites de 40, 50, 60 y 70 kilómetros por hora debido al mal estado del firme. En algunos sectores, se han instalado señales de advertencia por desniveles que se extienden durante varios kilómetros. A pesar de las advertencias, es cada vez más común ver vehículos detenidos en los márgenes de la carretera por averías o pinchazos.
En febrero de 2024, el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible adjudicó un contrato por casi 11 millones de euros para la reforma integral del firme, con el objetivo de poner fin a la serie de parches y remiendos y renovar adecuadamente la mayor parte de los 79 kilómetros de la N-540. Sin embargo, se estableció un plazo de tres años para su finalización, lo que representa un tiempo considerable.
Progreso de las Obras
Las obras comenzaron en la primavera pasada, pero no se están llevando a cabo de manera continua. La empresa encargada ha priorizado los tramos más dañados, mientras que el resto de la carretera sigue acumulando desgaste, lo que probablemente requerirá trabajos más extensos de lo previsto. Además, las reparaciones en la vía se detuvieron en junio del año anterior, y casi diez meses después, aún no se han reanudado.
La controversia radica en los plazos establecidos. Inicialmente, la obra tenía un plazo de ejecución de un año y medio, pero tras una modificación, este se extendió a tres años y dos meses. Esto significa que, de no haber cambios, los usuarios de la carretera deberán esperar hasta 2027 para contar con una conexión mínimamente adecuada.