
Los ajolotes se encuentran en un estado crítico de extinción. De acuerdo con el Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el inventario más completo sobre la conservación de especies, el axolotl, el ambystoma mexicanum — ese icónico monstruo acuático que aparece en los billetes de 50 pesos mexicanos y que inspiró a Julio Cortázar a escribir su famoso cuento Axólotl — es un anfibio carnívoro de cuerpo gelatinoso y hábitos nocturnos, considerado una entidad divina que representa el “gemelo” de Quetzalcóatl. Actualmente, está clasificado como “extremadamente alto de riesgo de extinción en estado silvestre”.
Las estadísticas son alarmantes: en 1998, se registraron 6,000 ajolotes por km²; en 2004, la cifra disminuyó a 1,000; en 2008, solo quedaban 100, y en el último censo de 2014, se contabilizaron apenas 36. Ahora, en 2025, un nuevo censo se lleva a cabo para evaluar la situación en su hábitat natural, Xochimilco, que ha sido declarado patrimonio cultural de la Humanidad. Este reconocimiento ha estado en riesgo en dos ocasiones debido al deterioro ecológico causado por la urbanización.
Una misión de conservación
A pesar de la sombría situación, aún hay esperanza. Un equipo de científicos del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la UNAM está trabajando para revertir esta tendencia y conservar a uno de los vertebrados más antiguos del planeta. “El objetivo del censo es conocer el estado actual de la población de ajolotes en vida silvestre, una especie que enfrenta un peligro crítico de extinción según la UICN”, comentó Luis Zambrano, líder del proyecto y fundador del laboratorio.
El nuevo censo tiene como meta confirmar la presencia del ajolote y generar información crucial para combatir la desinformación y guiar las acciones de conservación. Los resultados se publicarán en el primer semestre de 2025, y se planea realizar un nuevo conteo en 2026. “Es importante lo que dice la gente sobre avistamientos de ajolotes, pero necesitamos evidencia para asegurar su existencia en vida silvestre”, añadió Zambrano.
Investigación en el hábitat natural
WIRED tuvo la oportunidad de observar cómo un grupo de científicas, entre ellas Vania Mendoza, Viviam Crespo y Paola Cervantes, junto con pobladores como Basilio Rodríguez, llevan a cabo el censo de ajolotes utilizando métodos innovadores como el análisis de ADN ambiental y técnicas tradicionales de pesca. La actividad se desarrolla en un amanecer en Xochimilco, uno de los últimos vestigios del antiguo sistema de lagos de la Cuenca de México, donde aún sobreviven especies vegetales y animales que han desaparecido en otras áreas de la ciudad.
Este lugar se presenta como un oasis mágico en medio de la urbe, donde garzas y pelícanos cantan al amanecer. Mientras navegamos en una balsa de madera, observamos que el lago sigue habitado por chinampas, un sistema agrícola altamente valorado en la época prehispánica, que aún asombra a quienes visitan estas tierras.
Esperanza en la investigación
“Hasta el momento no hemos encontrado ajolotes, sin embargo, los análisis de ADN son una probabilidad y esperanza más de que se puedan encontrar en vida silvestre”, comenta Paola Cervantes, Licenciada en Ciencias de la Tierra y parte del equipo de censo de la UNAM. La búsqueda continúa, y con ella, la esperanza de preservar a esta especie emblemática de México.