
La inquietud acerca de la dominación de la inteligencia artificial (IA) puede parecer un fenómeno contemporáneo, inspirado en películas como War Games o Terminator. Sin embargo, esta preocupación tiene raíces que se remontan a la época de la Guerra Civil estadounidense, manifestándose a través de un criador de ovejas inglés que residía en Nueva Zelanda. Es posible que Abraham Lincoln hubiera tenido acceso a reflexiones sobre la dominación de la IA durante su vida.
El 13 de junio de 1863, un artículo publicado en el periódico The Press de Christchurch advertía sobre los peligros potenciales de la evolución mecánica y exigía la destrucción de las máquinas, anticipando el surgimiento de lo que hoy conocemos como inteligencia artificial. Esta carta puede considerarse como el primer argumento documentado para frenar el avance tecnológico con el fin de prevenir que las máquinas dominen a la humanidad.
Paralelismos con la evolución
La carta, titulada «Darwin entre las máquinas», ha resurgido en las redes sociales gracias a su contenido provocador. El autor, Samuel Butler, quien la firmó bajo el seudónimo de Cellarius, finalmente adoptó públicamente su postura. En ella, establecía paralelismos directos entre la teoría de la evolución de Charles Darwin y el acelerado desarrollo de la maquinaria, sugiriendo que las máquinas podrían adquirir conciencia y, eventualmente, reemplazar a los humanos como la especie dominante en la Tierra.
Butler escribió: «Nosotros mismos estamos creando nuestros propios sucesores. Cada día les estamos otorgando más belleza y complejidad a su estructura física; les estamos dotando de mayor poder y, a través de ingeniosos dispositivos, les proporcionamos un poder autorregulador y autoactuante que será para ellos lo que el intelecto ha sido para la humanidad. Con el tiempo, nos encontraremos en la posición de ser la especie inferior».
La relación entre humanos y máquinas
En su carta, Butler también describía a los humanos como subordinados a las máquinas, inicialmente actuando como cuidadores que mantendrían y ayudarían a reproducir la vida mecánica. Esta relación se asemejaba a la que existe entre los humanos y sus animales domésticos, antes de que eventualmente se invirtiera y las máquinas asumieran el control.
Butler planteó que, al llegar a ese estado, el ser humano se convertiría para las máquinas en lo que el caballo y el perro son para el hombre. «Les proporcionaremos lo que la experiencia nos indique que es mejor para ellos… es razonable suponer que las máquinas nos tratarán con benevolencia, ya que su existencia depende tanto de la nuestra como la nuestra de los animales inferiores», argumentó.
El contenido de esta carta anticipó preocupaciones contemporáneas sobre la seguridad de la IA, incluyendo la posibilidad de que las máquinas desarrollen conciencia, la autorreplicación y la eventual pérdida de control de los humanos sobre sus creaciones tecnológicas. Estos temas se reflejan más tarde en obras como El conflicto evitable de Isaac Asimov, las novelas Dune de Frank Herbert, y en la saga de películas Matrix.