Lo que para la ourensana María García Bóveda comenzó como un lunes de trabajo con un viaje de ida y vuelta a Madrid, se transformó en una angustiosa búsqueda de taxi y hotel para pasar la noche en una capital completamente incomunicada.
Un apagón inesperado
El apagón eléctrico sorprendió a María, consultora de formación de ADAMS, mientras participaba en un congreso. «Durante varios minutos estuvimos totalmente a oscuras, pero gracias a los generadores pudimos finalizar la jornada», relata en una entrevista con este periódico.
A partir de ese instante, la situación comenzó a complicarse. «No funcionaba nada, ni los móviles ni Internet. La ciudad estaba colapsada sin semáforos. No había autobuses, metro, taxis o VTC para desplazarse», explica María, visiblemente afectada por la experiencia.
La búsqueda de alojamiento
Sin opciones viables, decidió buscar un lugar donde pasar la noche, pero tampoco fue tarea sencilla. «En un hotel me informaron que no podían ofrecer ninguna habitación debido a la imposibilidad de verificar la disponibilidad. Además, había clientes con reservas que no sabían si iban a poder llegar», recuerda. En otro establecimiento, «todo estaba completo». Finalmente, logró conseguir una habitación donde pasar la noche, «con lo puesto, ya que solo iba para el día». Pasó la noche sin poder realizar ninguna llamada o ponerse en contacto con alguien por teléfono.
Esta mañana, ante la suspensión de decenas de servicios ferroviarios en España y la paralización en Sanabria de trenes hacia Galicia por la falta de suministro eléctrico, María se vio obligada a emprender otra compleja búsqueda, además de costosa: alquilar un coche para regresar a casa, con precios que superan los 1.000 euros. «Madrid ha sido un caos, y todavía lo es en algunas zonas», concluye con un tono de frustración.