
El calentamiento global podría alcanzar un incremento de 2.7°C por encima de los niveles preindustriales hacia el año 2100, incluso si todos los países cumplen con los compromisos actuales establecidos en el Acuerdo de París. Esta alarmante conclusión proviene de una reciente investigación publicada en la revista Science, que también advierte sobre cambios irreversibles en el planeta y alteraciones generalizadas en los ecosistemas.
El Acuerdo de París, firmado por los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2015, tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura global promedio a menos de 2°C, y preferentemente a 1.5°C, en comparación con los promedios estimados entre 1850 y 1900. El Servicio de Cambio Climático Copernicus confirmó el mes pasado que 2024 se convirtió en el primer año en superar este umbral, aunque esto no implica que el Acuerdo de París haya sido incumplido, ya que se refiere a un aumento sostenido a lo largo de décadas y no a un periodo de 12 meses.
Un futuro incierto
A pesar de los esfuerzos realizados, un nuevo estudio prevé que el mundo experimentará un calentamiento de 2.7°C si no se implementan cambios significativos en las políticas ambientales. Este análisis, liderado por un equipo de investigadores, destaca que ya estamos viviendo en un «mundo cambiado» y que es crucial ajustar los objetivos climáticos para adaptarse a esta nueva realidad.
Los investigadores sugieren que el calentamiento de 1.5°C registrado el año pasado está estrechamente vinculado a lo que ocurre en el Círculo Polar Ártico, donde las temperaturas están aumentando casi cuatro veces más rápido que en el resto del planeta, principalmente debido a la pérdida de hielo. Este fenómeno ha alterado el ciclo natural de congelación y derretimiento del hielo marino, creando un círculo vicioso que intensifica el calentamiento global.
Impactos en el Ártico y más allá
El deshielo en el Ártico no solo afecta a la región, sino que también tiene repercusiones en el clima global. Las extensas áreas de permafrost que se están descongelando están liberando grandes cantidades de carbono que han estado almacenadas durante milenios. Se prevé que, a medida que las temperaturas continúen aumentando, esta materia orgánica en descomposición liberará dióxido de carbono y metano a niveles comparables a las emisiones de las principales naciones industrializadas.
Estos cambios en el Ártico están provocando fenómenos climáticos extremos en otras partes del mundo. Por ejemplo, el verano pasado, Phoenix experimentó 70 días de temperaturas extremas, un fenómeno que se atribuye principalmente a las emisiones derivadas de las actividades humanas, pero que se ha visto exacerbado por los gases de efecto invernadero adicionales provenientes del Ártico.
La necesidad de acción colectiva
Los expertos subrayan que estos fenómenos no fueron considerados con la suficiente rigurosidad en los cálculos del Acuerdo de París. La humanidad enfrenta la tarea colectiva de hacer que las comunidades sean más resilientes ante la crisis climática y de reducir aún más las emisiones de gases de efecto invernadero. “No podemos evitar que ocurran los cambios que ya están en marcha, pero sí podemos ralentizarlos y gestionar mejor sus efectos para que las personas y los ecosistemas estén mejor preparados para el futuro”, afirman los investigadores.
Ante esta situación, diversas organizaciones internacionales enfatizan la urgencia de incrementar las inversiones en adaptación climática. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que el déficit financiero en este ámbito oscila entre 194,000 y 366,000 millones de dólares anuales, una cifra que podría aumentar debido a las decisiones adoptadas por algunos países.