abril 26, 2025

Identificación de la violencia económica hacia las mujeres

La violencia económica es un tipo de abuso que no deja marcas visibles en el cuerpo, pero que resulta ser una de las formas más insidiosas de control. El dominio de los recursos financieros se utiliza como una herramienta para ejercer poder en una relación, manifestándose de diversas maneras, algunas más obvias que otras. Reconocer las señales tempranas es fundamental para actuar a tiempo y prevenir situaciones de agresión.


La falta de una cuenta bancaria propia como indicador de riesgo

La ausencia de una cuenta bancaria personal coloca a las mujeres en una situación de alta vulnerabilidad frente a la violencia económica. Esta situación es alarmante, ya que según datos de ONU Mujeres, el porcentaje de hombres con cuentas bancarias es del 78%, mientras que el de mujeres se sitúa en un 74%. Esto significa que cualquier conflicto puede llevar a la mujer a enfrentar dificultades financieras. Si no tiene control sobre la cuenta, su pareja puede utilizar el dinero como un instrumento de poder.

Además, la brecha de género en la titularidad de cuentas bancarias, aunque ha mostrado signos de mejora, sigue siendo un reflejo de la desigualdad económica. En este contexto, es crucial que las mujeres tengan acceso y control sobre sus propios recursos financieros.

La necesidad de reconocer el trabajo doméstico

Otro factor que incrementa la vulnerabilidad económica es la falta de ingresos propios. Aunque una mujer pueda tener una cuenta de ahorros, si no recibe un salario, continúa dependiendo económicamente de su pareja. Las estadísticas son reveladoras: la participación laboral de las mujeres se mantiene un 30% por debajo de la de los hombres desde 1990, con un 80% de hombres frente a un 50% de mujeres. En 2022, la tasa de participación laboral de mujeres entre 25 y 54 años fue del 61.4%, comparada con el 90.6% de los hombres.

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El trabajo doméstico, a menudo no remunerado, es un tema delicado. Muchas mujeres se ocupan del hogar y de los hijos, pero si decidieran dedicarse a estas labores de manera voluntaria, deberían recibir una compensación adecuada. Este aspecto sigue siendo un tabú en muchas relaciones, y es vital que las parejas que buscan evitar la violencia económica tomen decisiones conscientes al respecto.

La falta de ingresos y sus consecuencias a largo plazo

La ausencia de ingresos propios no solo genera dependencia inmediata, sino que también afecta el futuro económico de las mujeres. Una trayectoria laboral interrumpida por el cuidado de la familia, que culturalmente recae en las mujeres, se traduce en una brecha de género en las pensiones. Es fundamental que las mujeres que trabajan en empresas familiares tengan un salario propio, ya que esto les permite acumular cotizaciones para su jubilación.

Además, muchas veces no se establece un monto «justo» por el trabajo doméstico, lo que complica aún más la situación. La falta de claridad en este aspecto puede llevar a una mayor vulnerabilidad económica en la vejez.

Identificando el control como señal de violencia económica

Una de las primeras señales de la violencia económica es el control que la pareja ejerce sobre las finanzas. Esto puede incluir la solicitud de recibos, la revisión del historial bancario y la impugnación constante de las decisiones financieras. También se observa un intento de desincentivar el regreso al trabajo después de que los hijos han crecido. Muchas mujeres reportan que, al expresar su deseo de volver a trabajar, enfrentan resistencia de sus parejas, quienes argumentan que es mejor quedarse en casa si el salario es bajo.

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Este tipo de comportamiento es una forma de violencia, ya que busca desvalorizar el crecimiento personal y profesional de la mujer. Además, se puede aprovechar la «asimetría de información», donde el desinterés de algunas mujeres por el dinero puede ser explotado por sus parejas para obtener beneficios fiscales. En este contexto, es crucial que las mujeres sean conscientes de sus derechos y de la importancia de tener control sobre sus finanzas.

Recursos para fomentar la independencia económica

Las mujeres que logran denunciar la violencia económica a menudo lo hacen cuando ya no pueden acceder a sus cuentas bancarias, lo que indica que la agresión financiera está bien establecida. Sin embargo, existen recursos disponibles para alcanzar la independencia económica. Por ejemplo, se pueden acudir a centros antiviolencia reconocidos por las autoridades locales, así como a servicios de asistencia jurídica que permiten a las víctimas no asumir los costos de abogados en casos civiles y penales.

La educación financiera y la gestión del dinero son pasos clave para afirmar la independencia. Es recomendable llevar un registro de ingresos y gastos, lo que permite analizar si algunos gastos son dictados por la presión social. Comprender lo que realmente se necesita para vivir bien y evaluar si se tiene un ingreso suficiente puede abrir la puerta a la posibilidad de destinar ahorros a un fondo de pensiones, asegurando así un futuro más estable.

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