abril 20, 2025

El temor a una sanción como posible causa de la muerte de la perra Luna en Ourense

Luna se ha convertido en un símbolo de los primeros afectados por una nueva ley que, según su dueña, Sonia, “no ha considerado en absoluto el bienestar de los animales”.

Una historia de amor y sufrimiento

Sonia adoptó a Luna cuando esta tenía 11 años, después de haber vivido como una perra cazadora y haber sufrido maltrato. “Sabía que nadie adoptaría a una galga de esa edad, y fue lo mejor que hice en mi vida”, recuerda Sonia. Sin embargo, esta realidad se tornó sombría cuando, a los 14 años, un cambio en su medicación pudo haber sido la causa de su trágico fallecimiento.

“No tenía ningún problema, salvo un inconveniente en la médula que le diagnosticaron hace un año y medio, para lo cual la medicaron específicamente”, explica Sonia. Sin embargo, hace solo dos semanas, la situación dio un giro inesperado: “Nunca había tenido problemas con la receta, que era de uso humano. Pero en mi última visita al veterinario, me dijeron que no podían proporcionármela porque no era medicación veterinaria, así que decidieron cambiarla, supongo que por miedo a una multa”. Este cambio fue, según Sonia, decisivo: “Llevaba solo una semana y media con el nuevo tratamiento. Por la mañana estaba corriendo feliz, pero luego sus piernas fallaron. Cuando llegamos a Urgencias, ya no podía levantar la cabeza”. Ese mismo día, menos de un mes después del cambio en su tratamiento, Sonia tuvo que despedirse de Luna para siempre.

El impacto de la nueva normativa

“No me supieron explicar qué le había sucedido, pero no dudaron en decirme que debieron haber mantenido la misma medicación, que no había ningún problema y que no podían administrarle otra”, recuerda Sonia con desazón. Se siente como una afectada directa de la nueva normativa: “Entiendo que los veterinarios están limitados, pero lo que me ocurrió fue consecuencia de esa ley, y eso no puedo sacármelo de la cabeza”.

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Para Sonia, el duelo por la pérdida de su compañera se ha vuelto más complicado debido a lo que percibe como una injusticia burocrática: “Si hubiera sido un infarto o alguna otra cosa, lo habría aceptado, pero justo una semana y media después de cambiarle la medicación, me parece una coincidencia demasiado grande”. Al igual que los profesionales veterinarios, Sonia se siente atrapada, sin saber a quién acudir o qué medidas legales tomar ante un Real Decreto que aún es muy reciente. Para ella, nada podrá reemplazar la compañía que le ofreció Luna, cuya muerte inesperada no pudo prever ni evitar.

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