abril 25, 2025

El papel del cerebro en la inhibición del miedo: un estudio clínico busca apoyar a pacientes con estrés postraumático y ansiedad

Un grupo de investigadores del Centro de Bienestar de Sainsbury (SWC) ha llevado a cabo un estudio que examina cómo el cerebro aprende a controlar el miedo instintivo frente a amenazas que se presentan repetidamente a lo largo de la vida. Este análisis podría tener un impacto significativo en el desarrollo de tratamientos para la ansiedad y las fobias que afectan el crecimiento personal de los individuos.

Los miedos instintivos son aquellos que se encuentran más arraigados y son, en general, más difíciles de gestionar. La alerta se activa en las profundidades del cerebro como respuesta a un peligro inminente, lo que provoca que el cuerpo reaccione de manera automática para garantizar su supervivencia. Un ejemplo común es el miedo a las alturas, que se manifiesta en casi todos los seres humanos y nos impulsa a mantenernos alejados de acantilados o lugares que podrían resultar peligrosos.


Las reacciones automáticas ante situaciones peligrosas pueden disminuir si un organismo se expone repetidamente al mismo estímulo. Al sobrevivir a un escenario que se percibe como riesgoso, los animales tienden a perder el miedo. Por ejemplo, un paracaidista eventualmente puede dejar de temer a las alturas. Este fenómeno ha fascinado a los neurocientíficos, quienes, aunque han replicado el comportamiento en experimentos, aún no comprenden completamente el proceso químico y eléctrico que ocurre en el cerebro para inducirlo.

El proceso de aprender a superar el miedo

Recientemente, se ha abierto una nueva perspectiva para entender cómo se puede vencer el miedo. Los investigadores del SWC estudiaron el cerebro de ratones que, a pesar de ser asustadizos, lograron superar sus disparadores químicos. En el transcurso de un experimento, confirmaron la existencia de una región en el cerebro que se activa durante el proceso de «valentía» y que identifica los elementos clave que facilitan este aprendizaje.

Leer:  La explicación científica detrás de la viral ilusión óptica del agujero negro que parece agrandarse

La zona del cerebro conocida como núcleo geniculado ventrolateral (vGLN) se activó para suprimir las reacciones de miedo en los roedores. Además, se observó que esta área se enriquecía con información proveniente de las regiones visuales de la corteza cerebral. La percepción visual juega un papel crucial en la comprensión de la ausencia de riesgo, y el vGLN almacena estos recuerdos aprendidos para inhibir el miedo en situaciones similares en el futuro. En otras palabras, los científicos han podido observar cómo el cerebro aprende que un estímulo que inicialmente parece peligroso no representa un verdadero riesgo.


“Nuestros hallazgos desafían las nociones tradicionales sobre el aprendizaje y la memoria. Aunque la corteza cerebral ha sido considerada durante mucho tiempo como el principal centro del cerebro para estas funciones, descubrimos que la vLGN subcortical, y no la corteza visual, es la que realmente almacena estos recuerdos esenciales. Esta vía neuronal puede establecer un vínculo entre los procesos cognitivos neocorticales y los comportamientos instintivos mediados por el tronco encefálico, permitiendo así que los animales adapten sus comportamientos”, afirmaron los investigadores.

Las personas que padecen síndrome de estrés postraumático experimentan respuestas químicas y eléctricas similares a las que se producen en situaciones de alto riesgo cuando se enfrentan a “disparadores” en su vida cotidiana. Por ejemplo, alguien que ha sufrido un accidente automovilístico puede experimentar parálisis al subirse a un vehículo. Comprender a fondo este mecanismo cerebral podría ser clave para desarrollar tratamientos para quienes sufren de fobias incontrolables. El fortalecimiento de la vGLN y las áreas visuales del cerebro podría representar una vía hacia un tratamiento más prometedor, según los expertos involucrados en el estudio.

Leer:  De la aviación a los quirófanos: un centro de simulación con robots y maniquíes inteligentes combate errores médicos y salva alrededor de 400,000 vidas anualmente

Noticias relacionadas